El objetivo de la publicidad se supone que debe ser incrementar las ventas de un producto, pero hay anuncios que parecen tener éxito y sin embargo no tienen sentido. Uno de los ejemplos más claros son los de detergentes.
Cambian los protagonistas, cambian ligeramente las situaciones (a veces ni eso), pero no cambian las palabras clave. Para empezar, el detergente anunciado siempre es nuevo, aunque lleve 50 años vendiéndose. ¿No sería más facil dejar claro en el anuncio que se está hablando del Mariel 2.0, en lugar del "nuevo Mariel"? Así si vas a comprarlo y ves dos bombos distintos no te asalta la duda... "¿me estaré llevando el nuevo, o el antiguo, que lava peor?".
Y esa es otra, resulta que siempre lava más blanco, y aunque no se dice, debes suponer que se habla del 2.0, y que la 1.0 no lavaba tan blanco. Todos nos hemos preguntado de pequeños ¿y la ropa de color también la lava más blanca? ¿Por eso se terminó borrando mi camiseta de Espíderman? Pero de mayores parece que perdemos esa facultad crítica, y nos tragamos lo que nos digan. Sí, lava más blanco, qué bien, y no nos coscamos de lo chocante de la frase.
Eso sí, en muchos anuncios se dice que el detergente 2.0 lava tan blanco como el que usaba la abuela del pueblo. Genial, resulta que en los últimos años ha debido rescatarse una fórmula olvidada por dos generaciones, que nos ha permitido restaurar una tecnología de lavado perdida. El equivalente en limpieza a resolver el misterio de cómo fueron transportados los Moais (volando no, eso seguro). Ahora asalta otra duda, claro, porque resulta que si la 2.0 lava como el de la abuela, entonces la 1.0 lavaba peor, pero entonces... ¿por qué dejó de usarse el de la abuela? Ah, claro, porque se perdió la fórmula, y tuvieron que sacar el penoso y ya superado Mariel 1.0, en qué estaría yo pensando.
Otro tema muy extendido es el de dotar a las nano-micro-partículas gamma de poder que trae el detergente con cañones láser, con las que disparar rayos de increible poder destructivo a las manchas. Seguro que habeis visto anuncios en los que un representante de la marca, junto con un voluntario (al que parece que le sobra el tiempo libre) utilizar la máquinita de Wayne Szalinksi, encogerse, y meterse entre ropa sucia (bufff) para ver cómo Mariel v2.0 con nano-micro-partículas gamma dispara a las manchas. Sin dañar la ropa, porque estas nano-micro-partículas tienen una puntería que ya quisiera Legolas. Vaya, yo pensaba que la limpieza era una serie de reacciones químicas, pero resulta que es como un plan de batalla.
En resumen, que es curiosa la cantidad de falacias que se sueltan en este tipo de anuncios para intentar ocultar la realidad: que hay muy poco nuevo que decir sobre un detergente, pero que hay que decir algo, lo que sea, para poder venderlo. Y si no se nota mucho que son chorradas, mejor.
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