Bueno, creo que hemos tardado algo más de 10 días en dar señales de vida... A la vuelta de las vacaciones el trabajo se había acumulado (típico), y además el pasado fin de semana tocaba viajar de nuevo... una boda en Barnacity.
Es difícil escribir este post. Se supone que tendría que hablar de lo maravillosa que es aquella tierra, de lo impresionante de sus paisajes. De las palmeras en la playa, y las olas rompiendo en el arrecife en el horizonte. De cómo la arena blanca te acaricia los pies, y de cómo el sol te quema desde las 7:30 de la mañana. De cómo el calor se te mete en el cuerpo y no te suelta en todo el día, y el olor a tierra húmeda que se te viene a la cabeza cada vez que hablas de Punta Cana.
Y de la gente, la fantástica gente dominicana. Gente que, a pesar de sus condiciones de vida, te acogen con una sonrisa y una simpatía que cada vez es más rara de ver por aquí. Y no hablo del personal de los hoteles, en los que se presupone, sino de los de fuera.
Estando allí pasó el Frances. Wilson, el pintor del hotel, le decía a una chica "¿Tienes miedo pol el Huracán? No te pleocupes, es una tolmenta tropical y dicen que nos dirá adiós mañana. No sé pol qué le tengo que desil adiós a este señol, si no nos han presentao". Es difícil para un europeo entender esta forma tan calmada de afrontar el riesgo de un huracán, fruto de estar acostumbrado a que cada cierto tiempo uno te quite lo poco que tienes y te obligue a empezar de cero.
En efecto, Frances pasó de madrugada, bastante lejos, y sus únicos efectos fueron la suspensión de las excursiones durante dos días, así como los deportes acuáticos. Y dos días con el cielo cubierto que nos supieron a gloria.
No sé cómo habrá afectado el Jeanne a la zona en la que estuvimos. He tratado de informarme, sin éxito... aunque me hago una idea: Nosotros estábamos en Cabeza de Toro, en la zona de Cabo Engaño, que fue justo por donde entró el Jeanne en la República Dominicana. Higüey, a 15 km del hotel, apareció totalmente inundada en las noticias. He leído algo acerca de que en el hotel se han roto algunas tuberías produciendo malos olores, y el haber estado un par de días sin luz y sin carreteras ha reducido bastante la calidad de la comida... típicas quejas de turista. Espero que pronto me cuenten algo acerca de la gente de Plaza Cabeza de Toro, la zona de tiendas próxima al hotel donde hicimos las compras, el único contacto que tuvimos que la auténtica gente dominicana.
Supongo que estas fotos son irrepetibles, y que de la mayor parte de esas palmeras sólo quedan los troncos. Pero no es la primera vez que un huracán asola la isla, así que más tarde o más temprano saldrán adelante. Aunque claro, siempre se pude colaborar un poco, ¿verdad?
Vivimos momentos que se nos quedarán grabados para siempre, y hay mucho que contar... sobre todo de la gente dominicana. Supongo que lo haremos por capítulos o así, para no aburriros (más aún)... ;)
Definitivamente, es muy fácil enamorarse de ese país. Y como obsesión, no podía ser de otra forma, una pieza de tantas que sonaban por las mañanas en la piscina.
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