Los fines de semana eran gloriosos, porque tocaba ir a casa de los abuelos. Besitos a los abuelos, y a correr escaleras arriba, al cuarto de mi tío. La gente en Jerez le conocía como Antoñito, muchos por ser uno de los belenistas con más talento de España. Otros por sus trabajos para Cope y Cadena 100. Para nosotros era Toto.
En el cuarto olía a moqueta limpia y a limpiador para vinilos. Había cientos de ellos, y casi siempre alguno nuevo. Mientras mi tío se dedicaba a sus cosas, me ponía el último disco que había comprado, o alguno que sonara mucho en algún anuncio y esas cosas.
Así que mientras que otros escuchaban básicamente Parchís (yo también, no faltaba más), me crié con Paul Simon, Los Beatles, Beach Boys, Elvis, Simple Minds, Dire Straits, Queen, Otis Redding, Aretha Franklin, Duran Duran, Level 42, Simply Red, Fleetwood Mac, Roxy Music... Podría tirarme horas así. Había de todos los estilos. También había música española, Mecano, La Unión, etc., por supuesto.
Él sabía que de todos los sobrinos era el que más apreciaba la música, y por eso me cuidaba y me ponía de lo mejorcito. Me tiraba horas allí, buscando entre los discos y diciéndole "este, este, pon este".
A veces alguna de las canciones que escucho me recuerdan a aquellos días. Me traen de nuevo el olor del limpiador de vinilo. De la moqueta limpia. El crujido de la aguja al rozar el disco, y el crepitar del vinilo hasta que comenzaba la canción. La vista de la iglesia de San Miguel desde la ventana, y la torre de la Puerta de Rota.
Hoy tengo que añadir un año más a la cuenta. Cada vez hace más tiempo que no puedo repetir esas escenas, pero nunca las olvidaré. Nadie debería irse con 39 años. Te sigo echando de menos.
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